Los bajos fondos del arte

$22.100,00
Los bajos fondos del arte $22.100,00

Adolfo Colombres
Los bajos fondos del arte
Colihue

Páginas: 256
Altura: 24.0 cm.
Ancho: 17.0 cm.
Lomo: 3.0 cm.
Peso: 0.52 kgs.
ISBN: 9789876842983
Encuadernación: Rústica Con Solapas
Año de edición: 2022-07-01
Colección:

Decía Isidora Duncan que todo arte que no persigue lo sagrado no es arte, sino mera mercancía. Y a esto se podría añadir que las mismas mercancías, y en especial cuando se disfrazan de arte para asistir a las grandes ferias, son los nuevos fetiches de la sociedad de consumo. En el fondo, no nos queda más felicidad (realidad) que la del recuerdo, ni más paraíso que el paraíso perdido. Así como la destilación es la base de los perfumes más exquisitos, se podría decir que lo es también de la vida humana, tarea a la que se entrega el arte junto con el mito. Ambos, al hacerse cargo de lo real, lo inscriben en un continuo donde lo visible se amalgama con lo invisible, produciendo esos relumbres ambiguos de la polisemia, propios de la poesía. Con el título Los bajos fondos del arte no se alude a un espacio degradado donde todo se confunde o deja de ser lo que es. Por el contrario, se usa como puntapié para pensar ese reino de lo numinoso, de lo saturado de ser. No un brillo cegador, sino el claroscuro que parece sintetizar la luz y la sombra; es decir, la esfera de lo sagrado. El arte, al igual que el espejo, puede no ser una realidad, pero la refleja, y a menudo con mayor contundencia, puesto que significa todo acto que realizamos o percibimos en el estado de vigilia, poniendo incluso a este en duda, pues bien podría tratarse de un sueño que sueña con no soñar. En esta inmersión se empieza por la forma, lo que no podría ser de otra manera, por más que ella se muestre a menudo esquiva y esconda su poder, ya que algo que careciera de ella no podría llamarse arte. A este eje esencial se añaden otros dos no menores: la sombra y la ausencia, las que seducen más por lo que sugieren que por lo que exponen a los sentidos, los que les otorga fuertes instrumentos para explorar lo numinoso, y a la vez defenderlo de la nueva barbarie que busca corromperlo, para evitar que este desnude a esa falsa felicidad que ella promete a sus rebaños estandarizados y conformistas. Con un cuidado lenguaje, a la vez filosófico, antropológico y literario, Adolfo Colombres realiza nuevos avances en la dimensión de lo suprasensible para contrarrestar esta era del vacío con el poder deslumbrante de los imaginarios.

Adolfo Colombres
Los bajos fondos del arte
Colihue

Páginas: 256
Altura: 24.0 cm.
Ancho: 17.0 cm.
Lomo: 3.0 cm.
Peso: 0.52 kgs.
ISBN: 9789876842983
Encuadernación: Rústica Con Solapas
Año de edición: 2022-07-01
Colección:

Decía Isidora Duncan que todo arte que no persigue lo sagrado no es arte, sino mera mercancía. Y a esto se podría añadir que las mismas mercancías, y en especial cuando se disfrazan de arte para asistir a las grandes ferias, son los nuevos fetiches de la sociedad de consumo. En el fondo, no nos queda más felicidad (realidad) que la del recuerdo, ni más paraíso que el paraíso perdido. Así como la destilación es la base de los perfumes más exquisitos, se podría decir que lo es también de la vida humana, tarea a la que se entrega el arte junto con el mito. Ambos, al hacerse cargo de lo real, lo inscriben en un continuo donde lo visible se amalgama con lo invisible, produciendo esos relumbres ambiguos de la polisemia, propios de la poesía. Con el título Los bajos fondos del arte no se alude a un espacio degradado donde todo se confunde o deja de ser lo que es. Por el contrario, se usa como puntapié para pensar ese reino de lo numinoso, de lo saturado de ser. No un brillo cegador, sino el claroscuro que parece sintetizar la luz y la sombra; es decir, la esfera de lo sagrado. El arte, al igual que el espejo, puede no ser una realidad, pero la refleja, y a menudo con mayor contundencia, puesto que significa todo acto que realizamos o percibimos en el estado de vigilia, poniendo incluso a este en duda, pues bien podría tratarse de un sueño que sueña con no soñar. En esta inmersión se empieza por la forma, lo que no podría ser de otra manera, por más que ella se muestre a menudo esquiva y esconda su poder, ya que algo que careciera de ella no podría llamarse arte. A este eje esencial se añaden otros dos no menores: la sombra y la ausencia, las que seducen más por lo que sugieren que por lo que exponen a los sentidos, los que les otorga fuertes instrumentos para explorar lo numinoso, y a la vez defenderlo de la nueva barbarie que busca corromperlo, para evitar que este desnude a esa falsa felicidad que ella promete a sus rebaños estandarizados y conformistas. Con un cuidado lenguaje, a la vez filosófico, antropológico y literario, Adolfo Colombres realiza nuevos avances en la dimensión de lo suprasensible para contrarrestar esta era del vacío con el poder deslumbrante de los imaginarios.